El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec impulsa el comercio y fortalece la posición de México en el panorama internacional
- Lourdes Inzunza
- 30 abr
- 2 Min. de lectura
Con el inicio de operaciones de carga en la renovada Línea Z del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, México está dando un paso importante para hacer realidad uno de sus proyectos más ambiciosos: el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
Este corredor conecta los puertos de Coatzacoalcos, en Veracruz, y Salina Cruz, en Oaxaca, a través de más de 300 kilómetros de vías de tren que han sido modernizadas para que los trenes vayan mucho más rápido, lo que ayuda a mover mercancías de forma más ágil y eficiente.
Pero no se trata solo del tren. El proyecto también incluye mejoras en puertos, carreteras y aeropuertos de la región, además de la creación de nuevos parques industriales llamados Polos de Desarrollo para el Bienestar. En estos espacios se busca que las empresas—tanto mexicanas como extranjeras—encuentren todo lo necesario para instalarse y crecer: buena ubicación, infraestructura moderna, servicios garantizados y beneficios fiscales.
Se espera que, cuando esté funcionando al 100%, este Corredor pueda mover hasta 1.4 millones de contenedores al año, convirtiéndose en una opción real para el comercio internacional, incluso compitiendo con el Canal de Panamá. Además, se calcula que podría aportar hasta el 1.6% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional para 2050, generar más de 550 mil empleos y atraer inversiones por más de 50 mil millones de dólares.
Este proyecto no solo va a mejorar la conexión entre el Pacífico y el Atlántico, sino que también posicionará a México como un nuevo centro logístico a nivel mundial, impulsando el crecimiento económico del sureste del país y trayendo beneficios a muchas comunidades.

Impacto en la frontera norte: una oportunidad para Baja California
Aunque el Corredor se desarrolla en el sureste, su impacto económico se extenderá hacia el norte del país, incluyendo a Baja California. Esto se debe a varios factores clave que lo convierten en un proyecto de alcance nacional:
Integración logística nacional: Baja California podrá beneficiarse de un sistema logístico más eficiente para mover mercancías entre continentes y dentro del país. Las empresas podrán aprovechar rutas interconectadas más rápidas y menos costosas.
Impulso al nearshoring: Con el fortalecimiento del sur, empresas internacionales podrían establecer nuevas plantas en el sureste, generando cadenas de suministro que involucren a las maquiladoras y centros industriales del norte, como los de Tijuana y Mexicali.
Descongestión de rutas comerciales: El Corredor servirá como una alternativa al Canal de Panamá y a cruces fronterizos saturados como Laredo, facilitando así un flujo más dinámico de mercancías hacia la frontera norte.
Atracción de inversiones: La modernización del país en su conjunto mejora la percepción internacional de México como destino seguro para invertir. Esto puede traducirse en más capital extranjero para Baja California, especialmente en sectores clave como manufactura avanzada, energía, logística y tecnología.
Complementariedad portuaria: Puertos como Ensenada podrán integrarse a esta nueva red logística nacional, beneficiándose del dinamismo que traerá la conexión entre los océanos Atlántico y Pacífico.
En resumen, el Corredor Interoceánico no solo representa una transformación para el sureste del país, sino que también abre una ventana de oportunidad para México.
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